sábado, 24 de diciembre de 2005

Tarde de Navidad

Así se empezó a colar la noche buena por la azotea de mi apartamento. Mientras el alma llena de polvo comienza a sudar y a agrietarse.

domingo, 11 de diciembre de 2005

Volver al Paraíso

Los espíritus vuelven a juntarse
en la comisura de la herida.
Vieja herida que descuelga arena, carne
y un poco de algo incoloro.
Rumoran los infames un final feliz
poblado de cuervos como en los cuentos
de Allan Poe.
¿Regreso a ellos o ellos regresan a mí?
No lo sé.
Tal vez añorando sus tridentes
he invocado sus salmos que hoy me torturan.
Beso sus alas negras. Me refugio en su veneno
para recordar que muy adentro
me espera el vacío de los nuevamente caídos.

domingo, 4 de diciembre de 2005

Casi 5 de diciembre

Hoy es 4 del mes doce y se acerca un cinco imborrable de dolor.
No sé si desde el 8 de octubre, fecha de su nacimiento, él haya vuelto aquí a recordarme sus manos herrumbrosas, su tez nacarada del color de la miel. Tal vez mañana sienta de nuevo su voz arrancándome lágrimas de palabras, tal vez me persiga con su aliento de humo y su piel de cigarrillo, tal vez solo pida una taza de café y me devuelva a éste rueda de recuerdos, a ésta llaga abierta en las palabras "Lo Extraño", "Me dueles", "quiero estar contigo, padre". Y es que quiero estar con él de nuevo para hablar de las puestas de sol y arrancarle a la vida el olor de los sueños inconclusos.

sábado, 8 de octubre de 2005

Un ocho de octubre del 48

Si la Negra Dama no te hubiese mostrado su espejo
Aún estaríamos arrancándole luz a la negra esperanza.

sábado, 24 de septiembre de 2005

Toque de vida

Llevo clavada la espina
Del tiempo en mis ojos
Duele el roce vertical
De los segundos
Cada sol al otro lado
Es un cuchillo abierto
En la estación de la sangre
Un signo de muerte
En la palabra Vida
Duele tanto estar despierto
Sintiendo las hojas pegadas
Al otro extremo de los dedos
Que hambriento desprendo
Cansado de la piel
Las manos y la risa
Cansado del mundo
Que parece una letra
Cansado del sol
Que escupe sus días lentos
Detengo el tren con una rosa
Cambio las agujas del destino
Y oculto mi foto
En el bolsillo de atrás.

sábado, 3 de septiembre de 2005

Diciembre

A, mi padre, JFRB
Se infla de humo mi aliento
mientras mojo los recuerdos
en cerveza
El dolor delgadamente resbala
por mi rostro
con su música de sal
Los bolsillos me duelen de
tanto recoger las boronas
de un mundo que juntos
amasamos entre tardes de café

Ahora que es un hueco tu presencia
la enramada de mis huesos
es sólo un nudo de nostalgias
Mi sangre cabalga como nunca
sobre sus bestias de metal
Pasan hojas surcándome
las venas
Un sonido de agua me asiste
como después de la nada
Y hoy más que nunca
me aferro a tus manos
que ya no existen
pero que esperan
entrelazadas
justo al borde de
mi almohada.

miércoles, 17 de agosto de 2005

Vuelvo

Vuelvo a intentar con mis uñas
en el espejo
con mis ojos llenos de lluvia
con mi alma salpicada de barro
Vuelvo a esconderme de la noche
porque dormir no quiero
porque se me antoja esperar el día
pensando en el pentagrama vacío
del silencio con su olor a piedra
Vuelvo y desespero conmigo mismo
ausente de mi cuerpo
deseoso de otro vaso de cerveza
apuntándome con un dedo
en la frente o en la yugular
del desespero
Vuelvo sin deseos conmigo a cuestas
necesitando de tí
hermana muerte!

martes, 9 de agosto de 2005

Pájaros en la lengua

A mi padre, JFRB

La muerte se ha vestido de frac
mientras el naipe de los vivos
por la mesa se extiende
Caen como agujas
los recuerdos en la piel
de la memoria
Y la lengua se incinera de monosílabos
y de hojas secas

Vuelven los perros a ladrarle
a esa dama enlunada
que todas la noches barre la luz
en las persianas
a esa dama enlunada que
con el otoño en sus dedos
sostiene los vientos y el silencio
evitando que diciembre deje de sonar
en las campanas

Y resbala la noche
Y se pudren mis ojos
mis uñas y mi piel
como si las espinas no bastasen
como si el dolor fuese sólo un quejido
de piedra.

jueves, 28 de julio de 2005

Moirías Tánciles

Un perro acaricia mis pulgas con sus llagas
Una dama escupe su aroma de mujer barata
El reloj camina de espaldas a mi ventana
El cielo arruga su frente cuando asomo al espejo
Es tarde como ayer y temprano como siempre
No tardarán en pasar los ladrones de mi cuerpo.

sábado, 16 de julio de 2005

Día en lluvia

Se esperan lluvias de un mes
Que es mejor no recordar
Pero el polvo se hace memoria
Mientras los rostros se descubren.
“Vuelve a tu mesa y cena tu hambre”
Se oye un decir entre las piedras
Pero la lluvia no cae
Asciende y toma venganza
De un cielo habitado en mil ojos.
Hasta ayer me descubrí en la tarde
Intentando adivinar la noche del otoño
Hasta ayer me descubrí en la noche
Intentando esperar el enero de un diciembre.
Se esperan lluvias de un mes
Carcomido en la semilla de sus días
El cielo destiende su cama
Y afuera no para de llover el sol.

sábado, 9 de julio de 2005

Estación sin tiempo

Ésta es la estación sin tiempo
Donde frecuente
La tarde llega con su equipaje
De niebla
Aquí todo se detiene
Entre los péndulos rojos
Que forman los suspiros del tiempo.
El viento con su larga cabellera
Se sienta primero en una vieja mecedora
Donde teje con total maestría
Cada silencio de adioses sin regreso.
Pronto se escuchan las voces
De muchos pasos sin huella
Atados al viejo camino
Por donde hace tiempo escaparon los días.
Entre los gritos que en el silencio
Guardan las viejas tablas
Se escucha el lamento
De lo que nunca fue
Y muchos fantasmas esperan su tren
Queriendo regresar sin ningún contratiempo
A su siniestra guarida de recuerdos.
La melena roja del sol
Se extiende cual gigantesco pulpo
Abrazando con sus tentáculos
La telaraña de lo visible.
En silencio la tarde
Sin pudor va desvistiéndose
Dejando sus prendas más íntimas
Sobre las mudas montañas.
El tren ya ha partido
Y la noche desnuda
Ansiosa de placer
Pide de nuevo ser amada
Por ésta estación sin tiempo.

miércoles, 29 de junio de 2005

El Teseracto: ¿La Morada de Dios?



“Con alivio, con humillación, con terror, comprendió
que él también era una apariencia, que otro
estaba soñando”.
Las Ruinas Circulares (Ficciones), Jorge Luis Borges



Uno de los muchos enigmas que insistente embiste la atribulada inteligencia del hombre es el de la existencia, para los Cristianos, de un dios trino. “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” Reza textualmente la cita bíblica (1ª Juan 5:8 versión Reina y Valera, 1960) que sustenta la fe cristiana (la fe de mi respetada y muy recordada abuelita) a interpretación de sus conspicuas autoridades eclesiásticas (interpretación equivocada y mal intencionada para otros). Ahora, como el objetivo inicial de éste texto es el nacimiento, desarrollo y posible buen-fin del mismo, vamos a fungir de de dios inquisidor (que en esencia es lo mismo), imponiéndole al lector la validez de dicha conjetura (conjetura, no teoría, escucho decir al profe de di-simulación digital). Un guiño de fe no es tan dañoso después de todo.

La sola idea de un dios trino es en sí inquietante y aburridoramente incomprensible (dudar de dios es pecado, escucho a mi abuela decir) más aún si mediante un acto valiente de fe lo asumimos, ni qué pensar cuando alguien nos dice que no son tres sino cuatro. Ahí las cosas adquieren el color de los madrazos. Alkaviedes, la trinidad es tetra. La voz sudada y entrecortada del profe Fernando Ruiz (di-simulación), no era para menos ante la poca receptividad de su tediosa clase, acordonada al sueño y al calor que en el punto de las tres de la tarde provoca el eternit y el sol de después del almuerzo. En el terreno de las adivinanzas no me ha ido muy bien mucho menos en el de las paradojas teosóficas. Terminada la clase intenté huir del salón como para esquivar cualquier encuentro que bien pudiera vulnerar el legado atávico de mi bien amada abuelita, evitando así la ignominiosa defenestración de tantos domingos y semanas santas a orillas de la imagen de la Santísima Trinidad camándula en mano, y de hinojos. Alguien me dijo que todo acto de cobardía no es más que una clara expresión del instinto de conservación que caracteriza a toda especie y para la muestra un botón. En fin, en pocos minutos resulté envuelto en una teoría (perdón, conjetura) fascinante y odiosa a la vez.

El mundo que conocemos es tridimensional. Largo, ancho y alto (x, y, z). No se discute. Representable en dos dimensiones (x, y), es decir si queremos dibujar un cubo, que es un objeto tridimensional, necesitamos una hoja de papel la cual es un objeto bidimensional, ya que su espesor es despreciable. Deseamos representar el ancho y el alto (x, y) del cubo y entonces dibujamos la combinación de xy. Ahora, si queremos ver dibujado cuán profundo puede ser entonces combinamos yz. Además, es evidente que podemos ver y palpar dichas combinaciones porque pertenecen o se interceptan con nuestro mundo que es tridimensional. A decir verdad, ya estaba impaciente y Dios no aparecía por ningún lado, al menos para defenderse de lo que el profesor estaba por soltar y sí los minutos atiborraron la copa de la espera cuando saltaron a la arena los Newton, los Santo Tomás y otros más en procura de protagonismo histórico con mi vejiga a punto de reventar y el café llamando pasillo al fondo a la izquierda.

Imagine, Usted es el dios de ese mundo que ha dibujado sobre el papel; dibuja círculos, cuadrados, triángulos, etc. Ve lo que hay dentro de ellos, puede echarles colorcitos si prefiere y trate de imaginar cómo se verían ellos entre sí, es más, ellos no podrían ver el interior de su otro congénere a menos que alguno sufriera un terrible accidente y se le practicara autopsia cortando alguno de sus lados. Esos seres que Usted ha dibujado con tanta paciencia no le verían a menos que decidiera “bajar” a la dimensión de ellos aunque sólo podrían ver una parte Suya, una intercepción de Su dimensión con la de ellos: una línea que al ir apareciendo originalmente sería un punto que bien podría convertirse en círculo, crecer paulatina o fugazmente, depende de Usted, para luego desaparecer, todo porque ellos no conocen la dimensión de la altura. Y así Usted ser su dios, un Ser misterioso que todo lo ve, todo lo sabe, que está en todas partes y que aparece y desaparece de manera inexplicable a Su divino antojo.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es su manera copiosa de sudar. Un pañuelo en sus manos terminaba siendo un puñado de agua detenida. Bueno, y como yo estaba harto de tanta comunión los domingos, tanto paso santo en las procesiones y tanta vieja chuchumeca de doble moral blandiendo carné de adoratriz en cada velorio o novena post-mortem, hice caso omiso a cualquier cosa que pudiera distraerme, hasta me olvidé de su siempre reloj de oro porque era necesario estar atento para entender cómo Dios habita en una cuarta dimensión donde además de largo, ancho y alto también existe el espacio-tiempo (xyzw). Es decir, Dios nos ha representado (creado) a través del mundo tridimensional y ha “bajado” hasta nuestra dimensión, entonces a esa intersección de la cuarta y la tercera dimensión la hemos llamado Jesucristo. Jesucristo es la combinación xyz de esa cuarta dimensión. Pero aún faltan otras combinaciones. Suponga que el Padre de la trinidad es la combinación xyw; el Espíritu Santo a su vez la combinación xwz. Lógico que las anteriores combinaciones son imposibles para nuestros sentidos que solo perciben combinaciones xyz. Y claro, es muy posible que por eso Dios sea omnisciente, omnipresente y más. Aquí me veía yo mismo como dios de ese mundo bidimensional dibujado hace un instante sobre el papel.

Le dije al profesor que por favor esperara un minuto mientras iba al baño y volvía, pero pudo más su pasión por enseñarme el desenlace de sus reflexiones que, pensando en mi abuelita, me persigné silencioso, sin que me viera, apretando las piernas con el disimulo del maletín, decidiendo quedarme hasta llegar al fin de su conjetura, como él orgullosamente la llamaba. En medio de la distracción urinaria me acordé de un cuento de Borges llamado Las Ruinas Circulares y que en sí era otra manera de intentar explicar la existencia humana y la de dios mismo. Todo estaba entendido. Pero hacía falta una combinación: wyz. Yo, más por ignorancia que por afán, respondí: Elohim, recordando algunos pasajes de la Biblia recitados por mi abuelita en días de ayuno. Si no hubiera sido por la urgencia fisiológica que me aquejaba en aquellos momentos podría haber afirmado que sus palabras hicieron tanta mella en mí hasta el punto de ser las culpables de aquel hilo caliente que empezaba a reptar pierna abajo. No, Lucifer, respondió volteando la espalda y alejándose desequilibradamente como quien acaba de dar un sopapo y con el mismo impulso toma retirada.

Y desde ahí es que, sinceramente, no he vuelto más a misa. Es decir, hace como mil años (en términos de xyzw).

sábado, 25 de junio de 2005

El Taller de Cortázar


Cuando el alfarero habló del suspiro
El barro se tejió entre sus dedos
Y los mundos soñados por alguien
Inundaron el humilde rincón del olvidado taller.
Una ciudad perdida se introdujo
Entre las grietas de sus manos oxidadas
Las dinastías se persiguieron unas a otras sobre las paredes
Que vomitaban pálidos rostros franceses
-exiliados del tiempo-

Aún se escuchan las voces
En el viejo taller (la Maga con sus dulzainas transparentes)
El alfarero aún persigue
El mundo con sus manos
Y los fantasmas se esconden
Evitando mirar los espejos.

lunes, 20 de junio de 2005

Sobra algo de mí

La piel de una tormenta alumbra mi escritorio
La llave que gotea. La noche que titila.
La luz que ensombrece...
Es piel lo que me sobra.
Me sobran también las miradas
Y las risas de la gente que pasea
Con sus suelas arrugadas de tanto
Patear la vacía caneca de un día cualquiera
Me sobran los lunes bien peinados
Asomados al retrete
Antes de tomar el bus de las ocho horas.
Y en el banco de los húsares mal trajeados
Una imitación de fina Piel de Zapa
Es dejada adrede por alguien que aún cree
En la fuerza de mis uñas
Y en el despliegue de mi sorda mezquindad.

Para siempre sobrará algo de mí
Algo de mí que suena como el agua.

martes, 14 de junio de 2005

Las Comarcas del Hambre

Por las Comarcas del Hambre
Se doblaron las huellas
Sobre el polvo.
Imaginen una cena
De Ave Marías inconclusas
Pero el hambre tiene sus
Discretas ventajas:
Almuerza Padrenuestros sin
Tenedores de plata
Y cena con las sombras
Bostezos de niños sonrientes.
Con ayuda de dos meses
En destierro
El espejo multiplica las miserias
Y en la calle alguien sueña aún
Sobre una almohada de piedra.
Tantas luces en la Comarca del Hambre
Que el polvo recoge sus huellas
Visitando a diario y sin prisa
La mesa que con paciencia le espera.

miércoles, 8 de junio de 2005

Elegía del Ausente

Hay sabor de palabras misteriosas y suaves
En mi boca cerrada
Los ojos de las sombras toman
Posesión de una hoja
Y aquellas palabras que dibujaban
La historia de la arena en
El sudor de los desiertos
La ausencia de las noches en el ojo de plata...
Aquellas palabras
Guardaron equilibrio
Junto a una orilla de silencio.
Los bosques se despueblan
Cuando cierro aquel cuaderno
Y tu me observas callada
Junto al fuego
Con mis alas de ayer
Listas a emprender
El vuelo de los caídos.

domingo, 5 de junio de 2005

Borges el vidente

Una historia se mece
Sobre el largo filo del día
Y la tarde moja sus pasos
Con el agua de la memoria perdida.
Alguien ocultó la noche
En el bolsillo gastado
De una vieja camisa.

El equilibrio de las palabras
Salta sobre la voz del viejo
En tanto los ausentes
Se sientan sobre un suelo de olvido.

Un poco más allá
Está la niebla esperando
Con su piel de ventisca.

Nuevamente vendrás
Con tu aroma de muerte
Sepultando la tarde que hoy llueve
En mi imaginación de ciego.

miércoles, 1 de junio de 2005

Señales para llegar a Borneo

Antes de Borneo está una ciudad de duendes
−justo en la frontera donde se cruzan los ríos−
Sus casas habitadas de negras y pellizcadas siluetas
Dejan un picoteo de luz sobre la noche:
Manchas iridiscentes que dibujan en el caminante
La sonrisa del arribo.

¡Borneo está más allá! ¡Más allá del espejo!

Cada habitante lleva entre sus manos
Una distancia que se pretende extrañar
En sus bolsillos una palabra
Enmohecida por el tiempo y el sudor de los dedos

Antes de Borneo la línea de los mapas
Se pierde
Sobre una ciudad espumosa como el viento
Se borra
Bajo la falda de mujeres que tejen el viento
−soportando soledad
Se oculta
Entre el sonido de la bola de trapo pateada por la infancia
De una ciudad que envejece

A Borneo se llega en bicicleta
Desde cualquier lugar de la existencia
A más de setecientos pedaleos y con buena sombra en la cara
Pero antes está una mancha de barro y plata
Contenida de pantalones y faldas que se mecen al sol
De manos atadas a un tiempo a un sendero
Y a un muro desteñido

¡Borneo está más allá! ¡Más allá de éste silencio!

viernes, 27 de mayo de 2005

Septiembre

Una noche de septiembre
Es como una madrugada de septiembre:
Dos tintas derramadas sobre el mismo papel
Es algo suelto y atado a la vez
Que se destiende y tiende
Para ser dos entre espejo y cuerpo.
Una madrugada de septiembre
Es como una bruja suelta en el tejado
Dando brinquitos de papel, cazando mariposas.

De septiembre solo quedan dos recuerdos:
Treinta gotas en la ventana
Y un frágil parpadeo en la memoria.

sábado, 21 de mayo de 2005

Anuncios

Esperaba sentado una herida en el pecho
Mientras las líneas de mis manos palidecían
Y la noche con su densa cabellera... temblaba;
Me detenía en cada silencio plateado
Madurando las negras agujas de mis ojos.
Un beso frío de navaja goteaba en la piel
El reloj era una mancha de miedo respirando a mis oídos
Mientras las manos se perdían entre los bolsillos rotos del pantalón
Era helado el aliento de los segundos que cruzaban
Como duendes endemoniados la habitación;
Sonreía ante tanto húmedo vacío que me recordaba
Un pasado, una piel, y una rosa coagulada en la comisura del alma;
La muerte tomaba café, fumaba un largo cigarro junto a mis huesos
Disfrutaba del vino de mi ansiedad
El cual bebía a grandes sorbos
Al ritmo de una negra danza palenquera
Bailada por los ágiles demonios de la noche.
Cuando paren los tambores y los pies se cubran de cartón
Estaré sentado al otro lado de la piel
Sonriendo acalorado por las velas
Llamaré a la puerta
Entraré desnudo
Vestiré de negro
Y seguiré muriendo.

jueves, 19 de mayo de 2005

Vino Rojo

Sentía
sus dedos tocar
mi alma Con
lágrima en mano
atravesando piel
partiendo sangre en dos aguas
Lengua
de fuego vegetal Manoseando
carne huesos
sexo Pastando
en mi cabellera húmeda
redonda Mordiendo
mis ojos Estrangulando
su voz contra mi nombre Su
voz pálida callada Dos
soles temblando Dos
lunas en remojo Movimiento
de cristal quemado
a fuego lento Dos
aguas pesadas agujereadas Vuelo
de manos entre ropa y ansia de
romper piel entre uñas Soy
carne en sus dedos Deseo
tocándose lloviendo entre
huesos Rock
sin Punto Final.

viernes, 13 de mayo de 2005

Collage

Dos gatos vomitan la luna desde el exilio de sus bigotes descosen el cielo con sus patas de colores un ángel camina en falso sobre las cuerdas de la ropa sus alas se confunden con el aplauso de las sábanas la mujer de los zapatos rojos espanta al tiempo en un cigarro prueba un bocado de luz maquillando el asfalto con su sombra un hombre se detiene a patear el viento con sus manos buscando botellas de vino y racimos de uvas negras los perros se ladran entre sí mordiéndose el espinazo en su afán de esperar al hambre para mostrarle sus espejos la cena está servida en algún rincón de la casa nadie sabe si vendrán señores de pelo corto a sembrar bajo las camas sus ráfagas de invierno de silencio de cemento fantasmitas de la noche con sus brinquitos de colores asaltando al cartón viejo durmiendo a tientas bajo sus nombres una lluvia espera impávida el bus de las once y treinta en la ventana deja su sangre húmeda de estrellas la luz de los carros se recoge en su cajita de cristal pasa una bala mostrando la hora y trae mil voces alguien pregunta por el alma de los bolsillos rotos como queriendo entender el idioma de los billetes falsos la lengua de los santos está sellada como un lunes festivo caballitos de papel pastan sin prisa sobre hojas de cuaderno la ciudad respira con sus gatos color agua aunque nunca dejen de arañarle una estrella al cielo.

sábado, 7 de mayo de 2005

El Espanto de la Espera

Suena el galope
De un Reino de Hojas en otoño
Se aproxima el señor de las edades
Con su báculo de ventisca
Rasgando la niebla de una ciudad que duerme.
Para siempre las almas en pena
Decorarán las vitrinas del mercado negro
Cuando el olor de la sangre
Dirima el suave equilibrio entre la bestia
Que pasta y el asesino que espera junto a la orilla.
El metal de los gritos
Se persigue en cada esquina
Y juega con las puertas que se esconden tras
Sus pasillos de espanto.
Las calles me habitan con sus calendarios perlados.
Si el hoy
Fuera el eterno golpe de unos dados
El fondo del abismo
Se vería mejor frente al espejo.

miércoles, 4 de mayo de 2005

JEAN-LUC GODARD Y EL PROCESO KAFKIANO

Siempre que de cine francés alguien anota una invitación o una simple referencia, los sentidos se me llenan de una ansiedad que bien pudiera compararla con ese deseo inexplicable de leer, escribir un poema, arriesgarme a abrir la rosa peligrosa de la literatura en el pecho. Porque justo en la pestaña del abismo hay un silencio de artista pronto a empujar, obligando a renovar la eterna experiencia de la muerte repetida. Ése es el cine francés, para mí.
Aunque El Proceso de Kafka haya tomado unos buenos años de distancia, a la fecha en que abordé con insomnio y bulimia sus laberínticas páginas, no fue difícil encontrarme de nuevo recorriendo –ésta vez no con los ojos de la imaginación– el dédalo oscuro de pasillos sin salida y puertas sospechosas, de la mano diestra de un autor oscuro y su personaje trágico. Estaba sentado frente a la pared blanquecina de la improvisada pantalla de cine en la Escuela de Fotografía Sur, en Bucaramanga. La película: Alphaville. Del director francés Jean-Luc Godard. Magistral filme del año 1965 que narra la historia de un espía, Lemmy Caution, interpretado por el actor Eddie Constantina, quien llega a Alphaville, una visión futurista de París, guiado además, de los avisos luminosos donde claramente lee “Bienvenidos a Alphaville: Ciencia, Lógica, Seguridad, Prudencia”, por la misión de descubrir el destino de su compañero, agente Henry Dickson, sabotear Alpha 60, la supercomputadora que controla Alphaville, y asesinar al creador de Alpha 60, el profesor Leonard Von Braun (llamado en el mundo exterior Leonard Nosferatu e interpretado por Howard Vernon).
La visión que Godard ofrece de los habitantes de tan extraña ciudad, es la visión a presente de un mundo lleno de hombres y mujeres gobernados por las máquinas, las computadoras y la tecnología; de seres apoltronados en nichos académicos sujetos al conformismo de un status quo ofrecido en últimas por un poder político, militar o económico, centrado en cosas tan abyectas como una máquina o una mente inferior –pero tan igual a las suyas– que a cambio de una tranquila manducación les exige lealtad servil y canina. Donde no existen seres humanos, a pesar de los hombres, y donde es ejecutado a balazo limpio todo aquel sorprendido en la praxis de la extinta naturaleza humana, pues son vistos como actos ilógicos y punibles el llorar ante la muerte o desaparición del otro, así como el amar y el pensar libremente. Una ciudad donde se prohíbe la emoción y se condena a los poetas que, siendo capaces de convertir la noche en día a través de peligrosas y prohibidas palabras, ponen en riesgo la estabilidad de Alphaville 60, haciéndole el juego a los extraños seres del mundo exterior y transgrediendo el mecánico orden establecido. La automatización del hombre, a través de la máquina, llega hasta el inaudito de la clasificación a criterio de su función operacional dentro y fuera de ésta fría sociedad.
A través de una alegoría de ciencia-ficción, Godard nos muestra su problema existencial. La pasión por las mujeres hace que cada toma sobre la actriz Anna Karina (su esposa) en el papel de Natascha Braun, hija de Von Braun, más que tomas cinematográficas sean caricias oculares que el lector de cine puede palpar y hasta soñar. Alphaville es una experiencia a nivel formal, ya por el empleo del plano-secuencia, de amplios movimientos de cámara, del montaje brusco, de la superposición de imágenes y sonidos, de la utilización sistemática de recursos gráficos como letras y anuncios, también es un ensayo en el campo temático que no deja de ser poético, sicológico y social. Aquí de nuevo K. (Lemmy Caution), arrancado de las páginas de El Proceso, es capturado, procesado, y sentenciado, no sin antes sufrir el racional interrogatorio de El Jurado (Alpha 60) quien con sus 14 billones de centros nerviosos además de vigilar y condenar a los no-conformistas, desarrolla conferencias obscuras en semántica, metafísica, teoría económica, y demás. Kafka (Godard), tan metafísico como semántico, estrangula el arte de sufrir y vivifica la muerte en manos de lo desconocido, casi infranqueable, pero absoluto. Intenta recuperar lo irrecuperable a través de un Gregorio Samsa o de un señor K., que maltrechos procuran el amor o en última instancia, agotadas las posibilidades, la compasión de la mirada humana. Pero si lo humano está al otro lado de la orilla, entonces quedan los poetas para salvar al mundo y devolverle a Natascha Braun su escondida, pero no olvidada naturaleza cuando amaba y lloraba y humanamente existía. Es ahí donde la metaforización del silencio se hace palabra y las palabras representan sentimientos que sulfatan cableados electrónicos y hacen de Lemmy Caution el héroe que salva amando, a Natasha y al mundo.
Por eso, siempre regreso a casa con un cigarro en el aliento, un libro en la penumbra del sueño y una imagen de París a contraluz.

domingo, 1 de mayo de 2005

Señor: ¡Bendícenos con tus maldiciones!

Hablar de poesía y pintura es hablar de satanismo en las artes, invocando, sin derecho a arrepentirse, la trágica figura de la noche con todo su manto de siniestralidad. A través de la historia Lucifer ha declarado como propio el espejo borgiano donde poetas y pintores han reflejado con pago a su alma la sublimidad de sus obras sin el mal-esperado rédito capitalista, aunque subsistan las bien habidas excepciones a la regla, por fortuna. Si bien el tono oscuro de la expresión artística es prueba de la existencia del maligno, más aún, el dédalo biográfico y trágico en sus más elevados representantes, quienes confabulados con la desgracia de la vida han sabido irrespetar y burlarse de sus contemporáneos y de ese mundo cuadriculado donde lo bello es número matemático complejo, de cálculos fríos y baja estadística comercial.

La incandescencia del infierno toca límites impensados si los Baudelaire y los Toulouse-Lautrec deciden romper el tiempo y el espacio para embriagarse de putas y alcohol en cualquier Moulin Rouge o "Salon de la rue des Molins" contemporáneo. A la punta del pincel se ata un adjetivo mañoso y desfilan los espantos por las blancas arenas del lienzo, hombre contra hombre en un abrazo de licor, se acarician hasta el amanecer, se penetran hasta el alma y clavetean de madrazos la machista y vanidosa existencia heterosexual. Bulle el humo del cigarro, se desprende la droga excesiva, se invocan los espíritus malditos, se vacían los bolsillos, se busca la bienhechora complacencia del que fía, se unta el sexo en las colillas, pero se acaba la noche y vuelve la luz, ¡maldita luz!: aniquiladora del sueño, manducadora de negra leche existencial.
Un trofeo a la indecencia masculina, una burla a la pastosa racionalidad humana que llena de teorías los anaqueles de la imbecilidad y la arrogancia. Los santos sudarios se rasgan para dar paso al líquido dialéctico del sexo. Dios y bien avasallados contra las cuerdas. Regresa la esquizofrenia de las artes a salvaguardar del cielo a los santos-pecadores de turno y en su magnificencia surgen seres todopoderosos que atormentados buscan un refugio dentro de sí mismos para calmar el hambre insaciable que les corroe y les obliga a abandonar los luminosos salones de la estulticia contemporánea. Se juegan la vida en cada encuentro. Apuestan contra su alma el logro de sus versos y el fulgor de sus lienzos. Construyen historias para seres luminosos mientras van dejando regada su existencia de humo y alcohol en cada esquina de sus ciudades desgastadas como perros que desandan en la noche, solitarios, pero sublimes.

Egon Schiele, dado a conocer por Mario Vargas Llosa en su novela Los cuadernos de don Rigoberto, invitó, desde la desesperación de su falta —o más bien exceso— de identidad sexual, a que el mundo se diera a una nueva lectura: la visión poética; al igual que Pessoa quien desde su dipsomanía indeleble llevó de la mano al mundo a un espacio pictórico de nuevos colores, matices y sombras. Un uno-más-uno-igual-a-uno, más elemental que filosófico, más venero que apocalíptico, con el cual se evidencian trazas de malignidad, éste último calificativo entendiéndose fuera de la dicotomía que de la existencia hace la santa iglesia y la santa Biblia. Luego, afincados en el dilema de hasta qué punto es bueno o malo decidir vivir eternamente abrazado al alcohol, o quién tiene autoridad de inclinar la balanza, izquierda derecha, si solo se ha intentado expresar una conducta sexual sin importar que ésta haya o no encajado en la arenosa moral de sus congéneres, podemos decir que afortunadamente la moral no es una verdad que exista, y por ende, quien diga ser su dueño. ¡Demos entonces la bienvenida al mal!

Malignidad hecha arte, malignidad hecha eternidad, historia y cultura. Cultura de seres que acogidos por la falda lechosa de la oscuridad, maman el néctar que la noche desprende. Cultura de hombres y mujeres disfrazados de espanto, perseguidos por sus dotes de magos y demiurgos, de hetairas y donjuanes afrancesados en la poesía y en la pintura de sus visiones proféticas, casi apocalípticas. El manto está echado sobre la tierra, ruedan los demonios en cada paso de poeta ensillado y pintor enjuiciado. Unos a otros los habitantes comunes de la tierra se enfrascan en sangrienta persecución batiendo sus lenguas, mojando en el deletéreo néctar de su ignorancia, sus dardos, sus miradas mugrosas. Pero queda la mirada indiferente del joven Rimbaud soslayando nada más que horizonte, nada más que tierra de titanes, de dioses hechos carne, de dioses defecantes, malolientes también. Quedan las luces ensordecedoras de un Van Gogh que asesina que seduce y que atrapa sin importar la molicie del tiempo.
Las esquinas los esperan. Los bares infestados de putas, cigarro y licor abren sus puertas desde el despunte del día, acogen el lazo marital de su existencia profana, el dinero no importa, solo importa la voluntad del que invita. No hay rezo ni agua bendita que valga, Satán se agiganta con sus bendecidos malditos. Afortunadamente nosotros también los esperamos, a la vuelta de una página o en la galería casi olvidada de la historia hecha museo.

viernes, 29 de abril de 2005

PARÁBOLA DEL QUE ESPERA

Sonó el tiempo en la ventana
La luna agujereada por nubes negras
Mojaba la habitación poblada de suspiros
A lo lejos la música pastaba
Entre el claro del asfalto
Con los cuerpos rumiando un brindis
Y desvistiendo una cómplice mirada
Voces que luchaban con su equipaje de palabras
Persiguiendo por todos los rincones de la negra ciudad
El punto final de la historia.
Un olor a noche sobre el negro tablero.
Sentado. Aspiro el último cigarro de un día
Que concluye bajo la falda insinuante
Del viejo calendario –verdugo que hace siglos me acompaña-
No pregunten por mí si mañana despierto
Tal vez estaré buscando otro cuerpo que habitar
Tal vez estaré tomando las medidas exactas
Para que la noche se esconda entre mis húmedos bolsillos.

lunes, 25 de abril de 2005

Boca de Solo

Humo de estrellas flota
Cuando tus ojos escapan
Del bolsillo a la parte delantera
Del silencio
hecho piedra.
Sin tardes tu nombre es verde
azul y triste como el mar en sábado.
Me has dicho beso con perfume
En los dedos y agua en el alma.
Pocos han entendido los signos
Mientras sigo persiguiéndome
En las curvas de tus sonidos
En la boca de tus uñas
Y en el adiós de tu regreso.

sábado, 23 de abril de 2005

Luis de Azul II

Nadie imaginaba que los poros de una piel
Dejaran indefensas ventanas del alma.
Y es que de tanto someterse a la molicie
De un poema: la tortura de sentir
Fue perdiendo la frontera de su cuerpo.
Se dice que antes de nacer
Estaba destinado a vender su alma
En mercado de leprosos.
Tal vez con la intención
De remendar con cicatrices
Abismos en los cuerpos o abismos en las nadas
A cambio de monedas sumergidas
En el fondo del aljibe.
Nadie imaginaba que las sombras
Fuesen mercancía de poca monta
Ni mucho menos pensar que en las plazas
-donde habitaba el silencio-
también se ofreciera en venta
la tortura de las manos.
Por eso Luis de Azul
Aún camina en un país de otros
Imaginando que otros pueblan
El mercado de su alma.

jueves, 21 de abril de 2005

Luis de Azul

Luis de Azul caminó sigiloso
Entre el mosto del arrabal
Suspiró y la luna inclinóse
Con su beso metálico congelando sus pasos.

Luis de Azul
Estaba allí lacerando el vientre
De una calle oscura
Con su cigarro extranjero
Y su sombrero borsalino
Mordido en los límites de Aries.
Nausea aproximándose bajo sus pasos.
Voces de ánimas floreciendo en los rincones
De su pasado mudo.
Paginas enteras carcomiendo el embrujo de
Sus dedos
Dedos de marzo dedos de abril...
Paginas enteras saltando como buitres hambrientos
Al asomo de la sangre entre hendijas de desvelo.
Su sombra almuerza su ausencia
Y Luis de Azul comienza con su muerte
Que no para de escribirse.

lunes, 18 de abril de 2005

TOQUE DE VIDA

Llevo clavada la espina
Del tiempo en mis ojos
Duele el roce vertical
De los segundos
Cada sol al otro lado
Es un cuchillo abierto
En la estación de la sangre
Un signo de muerte
En la palabra Vida
Duele tanto estar despierto
Sintiendo las hojas pegadas
Al otro extremo de los dedos
Que hambriento desprendo
Cansado de la piel
Las manos y la risa
Cansado del mundo
Que parece una letra
Cansado del sol
Que escupe sus días lentos
Detengo el tren con una rosa
Cambio las agujas del destino
Y oculto mi foto
En el bolsillo de atrás.

martes, 5 de abril de 2005

Cementerio

Sostengo con indiferencia

La mirada que la luna me tiende

Voces mojadas

quizás por el llanto o la inquieta lluvia

-Caen como pequeñas monedas de bronce

Sobre un suelo de mármol profundo.

Una lengua milenaria besa salmos inconclusos

Quemándose bajo lo oscuro de una prenda.

Flores disputándose palcos de honor

Rostros atrapados bajo el temblor de los cirios.

La tierra está húmeda

Siento la saliva de su boca

Y el suave desmorone de su vientre.

El cielo galopa sobre briosos corceles

Mientras mi sangre sigue desnudando

El suave beso de un puñal en la penumbra.

miércoles, 30 de marzo de 2005

EL GUERRERO QUE SUEÑA

Para él no habrá
una bandera
solemnemente doblada
Una cruz al valor
O una medalla dorada.

No habrá desfile
doliente
Ni mojarán su mortaja
lágrimas
de los que siempre
lo tuvieron ausente.

No se podrá ver
la tristeza
en el rostro de hijos
o de mujeres amadas.
No habrá discurso, ni prensa
O tal vez obituario
con elocuentes palabras.

Sólo lluvia y silencio
Una tumba maltrecha
en algún lugar
de una selva olvidada
Y el oscuro calor
de la tristeza
abrigando su sueño
De una patria
al fin liberada.

Poema escrito por OSCAR ALONSO DELGADO.
Amigo de letras y de karma.

lunes, 28 de marzo de 2005

Juegos de azar

Manos tejidas de nombres
Con monosílabos en las uñas
Y un adiós en la carne
Pies descalzos sobre polvo
Como jinetes a destiempo
Persiguiendo en la huella
El desangre de
Dos cuerpos que se juntan
Sobre la hierba
Desnudos
Húmedos. Muriendo.

martes, 22 de marzo de 2005

Apocalipsis de Piel

Te pienso sin luna
Para hacer de mi cuerpo
Un faro en la noche
Esperarte sin luz
Sabiendo que llegas mojada y oscura
Bañada en dos arenas
Como barco de papel
Tu mirada de invierno
Gotea en mis noches
Como el tiempo en la ventana
Estás aquí lejana
Embrujada de hoy de ayer
Desnudo mis manos acaricio
Tus ojos
Desnudo tu frente y me niegas un beso
Triste como el mar
Escondo las redes el ancla y las estrellas
Dispuesto a perderme en un silencio
Negro
Tan negro como un bemol de piano
Profundo como un anillo sin mano.

domingo, 20 de marzo de 2005

Parisielo

Niña-Mujer de media-luna en los ojos
Altas cejas boca fina de lápiz
Niña-Mujer de altas horas de silencio
Dibujo perfecto de la lluvia en la ventana
Hoy entendí el idioma de su piel:
Verbos y adjetivos encallando barcos
donde el agua es su forma su curva
la línea de mis dedos
Niña-Mujer de trazos en la herida
Definiendo el rumbo de mi insomnio
Que como nave de papel
Se va adentrando en una bruma de
Espejos y de anclas olvidadas
Voy sintiendo el paso de las sombras
Como un venirhuyendo que
Sobre la madera vieja y desteñida
Palmotea húmedo su pie descalzo
Mientras las velas se agitan perpetuando
Éste domingo al surynorte de mi cama

Niña-Mujer mientras adentro llueves
París está a dos lunas de mi puerto
Tus besos a una flor de mi almohada.

lunes, 14 de marzo de 2005

Oda para una tarde que llueve

Ha cesado de llover al otro lado del reflejo
Y los carros desgarran las delgadas
Gotas de lluvia pegadas al asfalto. Suenan.
Hay tambores de plenilunio dispuestos
Al primer intento de renovarse la marcha líquida.
Tras la cortina la telaraña de un rostro frío
Invita al tiempo a destejer su madeja de espera.
Pronto el párpado del sueño invitará al obrero
Para que trance otro mundo junto
A su yunque de bostezos.
El invierno ha comprendido la tarea de los muertos
Y destiende su delantal de alfarero
Que no se lava así mismo en noches de sol
O en días de lluvia lunar
Por conveniencia de los dioses.

Una mano me acompaña a escribir
Del calor bajo las tibias sábanas.
Cae una gota: ¡Suena el silencio!

sábado, 12 de marzo de 2005

La Dama sin nombre

Pasarás a la historia como la sin-nombre
La dama invisible de cabellos de agua
La de manos abismales que recorren los mundos
La secreta señora de las rosas coaguladas
Besarás como océano la orilla del olvido
Para tocar con tu brisa una huella en la arena
Señora cuyo nombre deja un tatuaje en los labios:
De silencio
Y de lunas perseguidas

Señora triste de porcelana y agua:
¡Prepara una llaga!
¡Prepara una rosa!

miércoles, 9 de marzo de 2005

Heridas de tiempo en Agosto

Afuera alguien grita con voz de ausente
Y el invierno hace huelga en la ventana
En medio de tanto vuelo de sombras.
Armados están todos y cada uno
De los fantasmas que aún bostezan
Sobre la vieja mecedora de mimbre
Recostada en la oscuridad de la casa.
Abril fue un mes de negras alas
Pero hoy me doy cuenta que agosto
No solo atormenta con sus vientos
Sino que ensordece todas las noches
Con sus heridas manchadas en vino tinto.
Si las viejas manecillas no se cansaran
De obligar al tiempo a andar sus horas
Reanudaría mi guerra en el café del frente
Con el periódico de ayer bajo mi brazo
Trazando el mapa de los sueños.
Ya no hay tiempo para aquel ausente
Que aún traza laberintos en el aire
Atando una yegua color lluvia
Al lápiz que hoy escribe sus poemas...
En una noche de agosto
Cuando apenas comenzaba noviembre.

sábado, 5 de marzo de 2005

La Mujer que se llevó mis barcos

La mujer que se llevó mis barcos
Tiene las manos de los lirios sin aroma
Sus senos se construyen con la
Arena de los siglos.
Un anciano ya sin dientes
Bebe en su sonrisa
La tibieza de su vientre.
No admite en sus cabellos
La conciencia del tiempo pues
Sabe de antemano los designios
De los dioses.
La mujer que se llevó mis barcos
Se ha desnudado muchas veces
Frente a un puerto anclado
En lo que nunca fue.
El carmín de sus labios húmedos
Conserva el arcano
Donde la muerte se desviste
No hay mirada en los ojos
Solo premoniciones de antiguos poetas.
La mujer que se llevó mis barcos
Con la canícula naciente entre sus piernas
Incinera las redes donde se atrapan mis días.
La lucha de su cuerpo contra mi alma
Está grabada en la arena
De una playa lejana
Donde un barco viejo
Suspendido en el tiempo
Humedece aún sus huesos
Para tratar de existir.

domingo, 27 de febrero de 2005

Vivir para mis putas tristes

Hace dos semanas que dí por terminado el último libro de nuestro laureado Gabriel García Márquez: Memoria de mis putas tristes. Al terminar, luego de unos cuantos días, todavía un sabor incómodo me resiste al paladar. Meses atrás me había deleitado con su Otoño del Patriarca, que me arriesgo a considerarla como su obra más importante de las que hasta ahora de él he leído. Cuando tenía escasos 14 años gracias a un artilugio de mi padre me ví mortalmente seducido con Cien Años de Soledad y aún me queda el recuerdo de esa imagenes eróticas cuando dos de sus personajes (memoria frágil me adolece) él y ella jugueteaban con sus genitales untados en clara de huevo casi ahogándose en la alberca y demás lugares de la casa despertando mi erótica por la literatura, mis primeras erecciones literarias. De ahí recorrí los últimos días del Libertador Simón Bolívar bajo el brazo seductor de un Gabo que no dejaba de sorprenderme con sus metáforas caribeñas sin ahorrar perfume carnavalesco a mis escasos 15 años. Por esa misma época aprendí a disfrutar la palabra mierda que magistralmente daba punto final a El Coronel no tiene quien le escriba, mejor manera de concluirla imposible y lo mejor, utilizando un sustantivo hasta ahora prohibido por mis mentecatos profesores de español. Gracias a Gabo pude enterarme que luego de muertos los pelos y las uñas nos crecen a una razón que hasta el momento lamentablemente no he podido recordar de la misma manera que no he podido olvidar cómo a través de El Amor y otros demonios los sacerdotes también son de carne y hueso. Embebido por un afán literario con escalpelo en mano me dí a la tarea de cercenar, antes que leer, Doce cuentos Peregrinos descubriendo en cada línea algo nuevo por aprender, cómo la imaginación y la realidad se conjugan para abordarnos desde la óptica del artista: un re-organizador del mundo, ebanista de sonidos pausas y silencios. Crónica de una muerte anunciada, toda una cátedra de cómo lo más importante no es lo que se cuenta si no cómo se cuenta, un suspenso en reversa, ni qué decir de Vivir para contarla un relato que me obligó (hubo más motivación que obligación, no todo es culpa de Gabo) a abandonar la universidad por dos años y casi a olvidarla por completo, dos años de delicia literaria donde lo único importante era leer y reventarme los dedos frente a una historia nueva por contar, perdón, por saber cómo contar. Y ahora, retomando el sabor amargo de esas benditas putas tristes, qué puedo decir, o tal vez preguntar: ¿Será que en un futuro prostático no habrá más remedio que retomar los calzones de la adolescencia? O tal vez termine uno como García Márquez, entregándole al amor el colofón de nuestras vidas y como es de humanos contradecirse valdría la pena recordar una frase memorable de nuestro querido Gabo en El Otoño del Patriarca: "La mentira es más cómoda que la duda, más útil que el amor, más perdurable que la verdad". Pero lo más lamentable es que en técnica, manejo de tiempos y demás herramientas literarias, que tan diestro es nuestro nobel, nada nuevo aprendí o por lo menos no lo he descubierto, y sí más bien un sabor dulzón me molesta el paladar.

viernes, 25 de febrero de 2005

Visiones

Alguien ha visto al fantasma
Que a menudo me habita
Merodeando entre las sombras
De la vieja biblioteca
Lleva entre sus dedos:
Temblor de luna en estanques
Voces de antiguos artesanos del silencio
Y heridas de una guerra desatada un día de lluvia.
Aquel fantasma que a menudo me habita
Deambula solitario por las noches
Llevando a cuestas un bostezo de farolas.
Según cuentan
Parece que persigue el ala temblorosa
De una mariposa manchada en vino blanco.
Otros dicen
Que ha olvidado la pluma de un ángel
Enredada entre las piernas truculentas
De alguna odalisca con mirada de aire.
Las ventanas bostezan oscuridad
Cuando comienzo el viaje infinito
Y alguien espera junto a mis libros.
¡Mañana creo volveré a entrar!

miércoles, 23 de febrero de 2005

Desvelo en las ventanas

La espalda de la noche
Respira cerca a mis oídos
Y entiendo los círculos viciosos
Que hacen del reloj una espera en el vacío.
Pronto escucho el sonido
De las uñas creciendo en mis bolsillos
Parece que la vida
Se viviera en una aldea olvidada
Bajo el manto lujoso de un emperador ciego.
Cómo rugen los diminutos monstruos
Que recorren la ciudad
Con aliento de petróleo
Golpeando la niebla inmóvil
De mis ojos en la ventana.

Hoy fue jueves
Mañana espero sea lunes
Para tomar café sin ser visto.

jueves, 17 de febrero de 2005

El Guerrero del Silencio

Acercándose al punto más bajo
De la noche
El Guerrero del Silencio
Hace escala en mi memoria
Su frente mordida por el sol
De los egipcios
Sus manos lanceadas por un murmullo
De pálidos ausentes
Dan prueba de la guerra
Que aún persiste como estruendo
De sábanas viejas.
Tan solo la mujer que teje el viento
Sentada sobre el taburete del sueño
Ha podido entender sus heridas.
Los caballos de ayer aún pastan
Sobre su humilde historia
Pero llevan en sus ijares
Una lluvia de palmoteos
Un afán de llegar
Junto a la charca enlunada de sus pupilas
Que aún insisten en beber
Un pedazo de existencia.

lunes, 14 de febrero de 2005

Madame Morièri

Siempre llevaba en sus bolsillos

Un pedazo de oscuridad errante

Aprendió el arte de atrapar olvidos

En un álbum de fotos no vividas.

Le inspiraban las jaulas de luz

Observadas a diario

Cuando los perros mordían la luna

Y las niñas de pelo largo dialogaban

Con sus sombras.

Hasta entonces las rotas aguas de los ríos

Daban fe del bocado de huesos

Oculto bajo sus faldas.

Sola estaba ella

Cuando decidió sin reparo

Compartir sus cacerías con mi almohada

Y el tren que bostezó un Viernes Santo

Pronto viajó sobre el tejado del pueblo.

Hoy recorrí el frío de su centro

Y alcancé a ver entre sus uñas

Un pedazo del alma que según dicen

Puebla y despuebla mi cuerpo en luna llena.

Tragedia en Girón - Santander - COLOMBIA

Las imágenes hablan por sí solas!!

Barrio - Girón

Ranchos - Girón

Carretera - Girón

Puente Inundado - Girón

Girón

Tragedia en Girón - Santander - COLOMBIA

domingo, 13 de febrero de 2005

El Último Habitante de La Nada

Pero el tiempo tuvo el sabor del pasto verde
Y las voces de los niños
Se escucharon entre el chasquido
De abandonadas canicas en el parque
Lo más importante era estar atento
Al descuido pasajero del ángel de burdel
Quien bajo sus alas de cristal
Llevaba pegado en cinta negra
El nombre del último habitante de La Nada.
Y las voces de los niños
Se escucharon bajo la pestaña abandonada
De un parque visitado por ausencias.

Ahora lo mejor será ir de compras
Olvidar la caída de las hojas en otoño
Y sentir el beso frío del silencio
Que todos los años cobra sueldo
Con la llegada del último habitante de La Nada.

sábado, 12 de febrero de 2005

Jueves o Viernes

El fuego enamorado
Inventa sus sombras junto a la tarde
Y el viernes se adormila cual
Ratón de porcelana.
Me voy dando cuenta cómo la tarde
al igual que todo aquello llamado patria-
está hecho de todo aquello que no tengo.
Persigo un olor de axila
Bajo el pubis de la infanta que inocente...
Se aproxima.
Suena la cafetera bajo los labios ausentes
De aquellos desposeídos en sus bolsillos rotos.
Miren mis pasos sobre el polvo de las charcas
Den cuenta de la página oscura
Pegada en la punta de mis ojos.
La suela de mis zapatos habla de unas huellas
Que se detienen y no avanzan
Porque el camino va persiguiendo
Letras escritas
Sobre una tarde –quizá viernes o jueves-
Que más parece un libro de leyendas.

viernes, 11 de febrero de 2005

Levedad de los Seres

Cuerpo sin fin
Sin límites
Habitado en la nada
Por caídas de otoño
El beso del frío cerrando
El principio de dos manos enlazadas
Bajo una selva en extinción.
Mirando a través de la vieja cerradura
Llegan los mundos impensables
Del tiempo
Y se congelan en la memoria
Desnudos los instintos como dos aguas.
Tanta soledad oculta y habitada
Alcanza la punta del papel
Y prepara el límite de la niebla.
Levedad de cuerpos mutilados
En la ceniza.
Levedad de pesos cada vez más
Densos en su oscura eternidad.
Y como dos mares congelados
En la punta de una lágrima
Los recuerdos se conservan
Mientras Picasso se desnuda bajo el agua.

miércoles, 9 de febrero de 2005

Las Comarcas del Hambre

Por las Comarcas del Hambre
Se doblaron las huellas
Sobre el polvo.
Imaginen una cena
De Ave Marías inconclusas
Pero el hambre tiene sus
Discretas ventajas:
Almuerza Padrenuestros sin
Tenedores de plata
Y cena con las sombras
Bostezos de niños sonrientes.
Con ayuda de dos meses
En destierro
El espejo multiplica las miserias
Y en la calle alguien sueña aún
Sobre una almohada de piedra.
Tantas luces en la Comarca del Hambre
Que el polvo recoge sus huellas
Visitando a diario y sin prisa
La mesa que con paciencia le espera.

lunes, 7 de febrero de 2005

Un día de...

Como palabras no pronunciadas en la ausencia
Así se vivió la última guerra de la Luna
En los espejos
Huyeron de si mismo los cuerpos
Cuando un hombre cruzó el umbral del viento
Y la hierba aplaudió con tu silencio.
Fueron tejiéndose uno a uno todos los encajes sueltos
Al descuido de un siglo en su carrera de ladrón.
Pienso en la caja de cristal oculta
En el último rincón de tu morada
Y en el diario leído por las polillas del tejado.
A veces la guerra continúa junto a mi cama
De noche
Y los disparos se escuchan tan cerca
Que es imposible oír tu ausencia bajo la
Almohada.
El siglo persiste como ladrón
Entre mis libros
Mientras la luna aún refleja
Tu mirada en los espejos.

Mujeres

Mujeres para una tarde sin sol
Mujeres para un juego de estaciones
Mujeres que asoman sus deseos después de morir
Mujeres para hablar de las estrellas oscuras
Mujeres para inventar el mundo de los sueños
Mujeres que entristecen calendarios con sonrisas

Mujeres con manos de aire para perseguir un beso
Mujeres con un pétalo de labio y un adiós en la mejilla
Mujeres perfumadas para pegar las horas a su falda
Mujeres de ojos grandes en las tinieblas del ayer
Mujeres poderosas que descubren mil estrellas en un día
Mujeres para hablar del poema y decir que aún hace falta
Un verso más para decir adiós.

Huelga de Líneas (Capítulo Final)

Es ahí donde al punto le crece un ego inmedible. Sabe que mientras existan puntos habrá líneas y que éstas también están para reemplazarle en su lugar ignominioso. Pues solo le bastó descubrir, a través de un cuento de Cortázar, que todo punto es el resultado de la intercepción de un número infinito de líneas. Así que, en asamblea permanente, las líneas, haciendo un llamado general a todas sus asociadas, un llamado al rescate de La Dignidad Lineal, han decidido evitar tocarse entre sí, de cara al futuro las líneas tienen terminantemente prohibido la posición horizontal u oblicua; todas andarán derechas, rectas, verticales; con el único propósito de evitar indignas intercepciones, so pena de ser expulsadas de la Suprema Hermandad Lineal con su trágica consecuencia de ser convertidas en fideos, o espaguetis, para consumo humano. Con lo cual el mundo ya no es el mismo sin las líneas formando intercepciones. Ahora todo es más difícil, así que hasta que algún punto, de los ya existentes, no decida cambiar de actitud, estaremos condenados al caos porque sin líneas interceptándose y puntos agotándose el mundo es un completo e infeliz signo aparte.

sábado, 5 de febrero de 2005

Retorno de las edades

Se aproxima el temporal
Y los huesos han dejado de escribir
Su color de porcelana en las paredes
Parece que el aire se guardara así mismo
Entre oscuros gemidos de luz
Y una carga de manos en invierno.
Un hombre trae a cuestas
Sus noches ovejunas esperando
En la estación del ayer
Las puertas abiertas del destino
No hay regreso en su intento de salir.
Vuelven los esclavos del cemento
Y se habla de una sangre sin herida
Bajo una línea sin puntos...
En el preciso instante que la lluvia se detiene
Frente a un lunes que aún intenta despertar.

Huelga de Líneas (Capítulo II)

Ésta vez se dejó poner donde siempre sin el menor asomo de enfado. Caído el silencio comenzó a desandar por entre la enramada de palabras. Sigiloso. Persiguiendo algo, algo a punto de descubrir. Tenía que llegar al principio, hasta la carta sobre la mesa.

Aún huele a pólvora. Resbalando sobre la espesa mancha roja alcanza a seguir el rumbo de la línea que saliendo de la mano se enrosca en la culata; junto a la línea remonta la muñeca, alcanzando las planchas de la cubierta del barco después de vadear las sinuosas fronteras del cuerpo todavía caliente. Suda una que otra gotica negra, avanza con cuidado evitando ser pisado por la gente que viene y va. El muelle está congestionado al igual que la aduana, el día es agitado y empieza a llover. La rubia está ansiosa, parece que va tarde a su cita de siempre. El punto trepa agarrado a la línea que ya sube por la media de nylon cristal. Ahora se descuelga por una ventana del autobús mientras mira de reojo el zigzaguear de la línea por entre el tráfico endemoniado de la ciudad. Escapa a un chaparrón de gruesas gotas de agua y se siente perdido en ese pandemonio de ciudad. Un perro pulgoso atraviesa la avenida, vadeando el tráfico, la gente y otros perros. Sobre su lomo se divisa apenas nada, pero respira aliviado aunque las pulgas ya le hacen mala cara. Se impulsa como nunca y cae de bruces al andén, afortunadamente despoblado, dándose tiempo de limpiar con dos pases de manos su frente sudorosa. Desde la esquina alcanza a divisar la aglomeración de líneas apelmazadas en la vereda del frente. Las líneas llegan de todos los lugares y el punto siente un nudo en la panza ganando terreno en la boca. Son miles, por momentos piensa en millones, que se cuelan entre el pasto subiendo por el pararrayos de la casona a mitad de cuadra, trepando el techo, llegando al interior a través de una habitación a oscuras. El punto se desliza bajo la puerta. Ahora entiende que el mundo está invadido de líneas y más líneas; gruesas, delgadas, bruscas y suaves, de infinitas texturas tamaños y colores. Se amedrenta un poco pero el recuerdo de la carta sobre la mesa le devuelve la esperanza. Suspira. Más allá del muro, más allá del cuadro de la mujer en un diván, sabe, encontrará lo que tanto busca. Así que, decide seguir imperturbable el rastro de las líneas hasta llegar al otro lado, hasta encontrar la mesa y sobre la mesa la carta y entrando a la carta, o también, saliendo de ella, un ejército de líneas; sintiéndose nervioso penetra el sobre y es ahí dentro que descubre su inmortal naturaleza. No había punto al final de la carta. En el lugar del consuetudinario punto las líneas entraban (¿o salían?) como por entre un agujero. Unas rectas, otras oblicuas, pero todas entraban por allí (¿o salían?) como si la puntada final hubiera cedido un poquito dejando escapar infinitas hebras de hilo.

miércoles, 2 de febrero de 2005

Martes

Un lago negro se detiene en mi memoria
Atravesando el espejo de una alcoba
No hay rasgo de piedras
En sus metálicas esquinas
Pero el rito se hace esperar
Del ayuno de unas manos
Que en su digerir han perdido el habla.
Ahora soy un hombre que entristece
Sentado sobre los hombros de esa serpiente gris
Abortada de las entrañas de un cigarro
Y mientras muerdo las alas de un martes que...
Se extingue
Sueño con hacer del lunes
La polilla infinita del que espera.
Ahora aquí
Eres el espejo roto
Multiplicando domingos frente al cine
Con un futuro de hojas
Amarrado a unas huellas
Que sin distancia me persiguen.

Huelga de Líneas (Capítulo I)

Las cosas hubiesen sido bien distintas si a las líneas no les hubiera dado por montar toldo aparte, estaban indignadas, y no era para menos pues a quién le hubiera gustado que en un arranque ególatra el punto se permitiera abusar de su confluencia infinita de líneas optando por ignorarlas y mirarlas desde la perspectiva de lo divino, como si con el ojo del triángulo no bastara. Y es que después del desplante ofrecido por el punto, ellas, las líneas, muy llamadas a la belleza por aquello de su figura delgada, se han declarado en asamblea permanente.
Todo empezó por un cuento de Cortázar.
El punto, cansado de siempre ser el último, buscó infinitas maneras de esquivar lugar tan indigno. Pero resultaba que a cada relato terminado no había forma diferente de dar fin que el de utilizar ese minúsculo y redondito remache en tinta negra como última puntada asegurando el hilo a la tela, dando firmeza al tejido. Furioso, se llenó de valor y empezó a buscar la oportunidad adecuada de dar fin a su condena, la cual parecía bíblica. En ésta ocasión se sintió distraído, casi risueño, cuando asomándose cauto por entre las teclas de la máquina pudo dar una leída a vuelo de ave y supo que de la carta tirada sobre una mesa salía una línea y que corría y bajaba por una pata. Se rascó la barriga y estuvo a punto de caer sobre la hoja cuando una idea empezó a hacerle burbujitas el pecho —que también hacía las veces de barriga.

martes, 1 de febrero de 2005

Parábola del que sueña

Nadie sospechaba su juego
De imposibles
Nadie imaginaba su adiós deshabitado
Estaban todos tan distantes en el viento
Que sus cuerpos mojaban con el frío
Se acercó con la luna
Entre su aliento
Midiendo el desatino de las piedras
Fueron máscaras de cielo sin espejos
Pegadas en el toque de los dedos
Todo estaba previsto
Y ni el tiempo, ni el sexo,
Ni las hojas, ni el dolor, ni los muslos,
Ni la sangre, ni el sudor, ni la herida...
Ocuparon la silla destinada
A su juicio en una esquina
De la infancia.

lunes, 31 de enero de 2005

El País de los Espejos

Hay una guerra silenciosa que escondida
Avanza entre la hierba mojada
Los tambores del espejo anuncian
El encuentro de dos barcos
Navegando sobre mares de papel
Van vestidos de ceniza los dardos
Lanzados un Lunes que nunca
Llegará.
En el Reino de los Sables las
Tardes no avanzan
Solo pasan como caracoles alados
Persiguiendo la herida en la punta del metal.
La danza negra se desliza entre los dedos
Mientras los marineros van bebiendo a gritos
El mar que aún persiste en su humedad.
El País de los Alfileres Negros
Vive en la pupila estática de sus muertos
Congelando tardes que sonaban a
Noviembre sabiéndose
Enero.

... de Pistolas y Rosas (Capítulo 16) FINAL

La luz entra a pedacitos. Mi reloj marca las once y diez minutos. De seguro es una mañana fría, se siente en los pequeños soplos que se cuelan por entre la angosta escotilla que da a la calle. Si no es por el reloj y por las rebanadas de luz proyectadas con la más absoluta timidez del que llega sin querer dejarse sentir, pensaría que el mundo se ha sumergido en la más oscura y eterna de las noches. Son tantos los recuerdos y tan fuerte el galopar de las imágenes que ya no queda tiempo para dormir porque hasta en los sueños más livianos se repiten las historias, los días y todo vuelve a empezar desde aquel día, o mejor, desde aquella tarde de lunes, de Gun’s and Roses retumbando y del timbre… como una estela filmográfica de nunca acabar, de siempre comenzar, recomenzar y de yo aquí, de yo aquí sintiendo los dientes fríos, no solo de la soledad, también del abandono, inquiriendo entre mis huesos como un vampiro blando, de necia cabellera. Siento un hambre intensa, las tripas no protestan, rugen. No sé si se acordarán hoy de mí, se olvidarán que existo, tal vez, olvidarán traerme aunque sea un pedazo viejo de pan, que no olviden hacerlo acompañar de agua, y unos palillos por si las moscas, necesito bañarme, asearme, o es que no les huelo cuando acordándose de mí traen de comer y abren la escotilla, no comprenden que la humedad agiganta muy a menudo mi frágil vejiga, ni fuerzas tengo de contenerme y sschhhhhhiiiiissssss… qué pena con ustedes pero si fueran un poquito más comprensivos no tendrían que. En ocasiones las paredes se me hacen monstruos gigantescos, endriagos grises y oscuros de ciegas intenciones inquietos por aplastarme pero que se niegan a destruir al juguete desgreñado, maloliente, agrísense y demás, que me les he convertido. Dos mas dos, a veces es cinco, a veces seis, y muy pocas veces es cuatro, esto me preocupa, por eso pruebo con las multiplicaciones, lo cual al final me deja más que resignada… convencida; vuelvo a intentarlo, pruebo ahora con la tabla del uno y los números decimales aparecen bailando, cantando, gimiendo y también –quién pudiera creerlo–, multiplicando; me ciño al retrete y con una baba silenciosa entre labios descubro maravillosas analogías, como ésta: papel higiénico-servilleta; el parecido es, la analogía, quise decir, particular, sustancial, sí, de sustancias, tiene que ver mucho con la sustancia.
Han pasado más de dos horas y todo sigue igual: el frío, la brisa, la luz, el casi-silencio, y el hambre. Me escudo en los juegos de infancia, el mar, las ballenas y el capitán; descubro en la punta de mis dedos el poderoso rayo equis de tan poderoso alcance y tan desmedido temor en los enemigos, pero huele a risa y eso no está bien, no está bien porque la risa provoca hambre y no me han traído ni siquiera el desayuno.

—Hasta ahora no ha dicho su nombre.
¿Para qué quiere mi nombre? O es que ¿no le basta con saberme aquí, entre los monstruos de mi infancia, la tortura del hambre, la soledad y el silencio?
—Por lo menos ¿quién es usted?
Mi profesión ya debe saberla y sabrá porqué estoy aquí y además dónde estoy.
—Habla de su profesión como si fuera ayer.
Ya lo sé.
—¿Por qué hizo lo que hizo con la Nati? ¿No dizque era su mejor amiga?
Eso ya lo dejé bien claro.
—Al menos su nombre artístico.
Juliana.
—Y de los asesinatos.
No sé.
— ¿Algún familiar?
Tan solo un hermano, no más.
— ¿Él aún vive?
Eso creo.
— ¿Nunca lo buscó?
No quedó tiempo.
— ¿Cuánto cree que va a durar más ésta historia?
No sé. Tal vez ya terminó y usted no se dio ni por enterado(a).
— ¿Vivía en arriendo?
No.
— ¿Pagaba impuestos por el apartamento?
Cumplidamente, ¿por qué?
— ¿Qué nombre se leía en la factura de impuesto?
Marla Díaz Palacios.

domingo, 30 de enero de 2005

Una tarde en el tiempo

Un sábado de plumas en el espejo
La distancia entre la falda y el deseo
La muerte de un minuto entre dos horas
Una lucha que comienza cuando termina
El desastre de dos dioses en una taza de café
El mundo en una mano
Y en la otra un remedo del infierno
No hay prisa en las ruedas del reflejo
Ni deseo en el armario del fantasma
Pero se destrenza la tarde
Sobre un libro que bosteza en los cigarros
Hay más anuncios del hambre
En el extremo de los dedos
Círculos de un año
Perfumado entre mil pedazos de vidrio
Años de un mayo que se cuece
Lenta... muy lentamente.

Alguien cerró el oráculo
El café estuvo a punto de servirse...

... de Pistolas y Rosas (Capítulo 15)

El ardor junto a la boca del estómago era mucho más intenso a medida que las horas avanzaban. Abría una y otra vez la nevera con la esperanza de encontrar algo para engañar mi ya averiado sistema digestivo. Nada. Sólo agua y agua, agua descongelada, efecto de la falta de luz. Y cuando el hambre urge, la sed no se esconde. Tomaba agua de nevera descongelada a dos manos, abrigando la feliz idea de engañar al estómago, algunos escasos trocitos de hielo aparentando sólido. Otra vez alguien en la puerta llamando. No abrir. Entonces no tenía más opción. Caminado casi a oscuras, a pesar de la luz del día, instintivamente volví a abrir la nevera, pero ésta vez al congelador. Empecé a descargar bolsa tras bolsa. Perdona, mi Nati, pero tú me entenderás, me sabrás perdonar. Fui tocando y eligiendo las de mejor blandura. Encontré dos, no supe a qué parte del cuerpo pertenecían pero tampoco decidí averiguarlo, no había tiempo para tamañas pesquisas y para nada me importaba, me importaba comer, morder, digerir algo sólido, carne, así fuera humana, con sabor descompuesto.

sábado, 29 de enero de 2005

Calendario con meses en secreto

¿Volverá la luna a manchar de plata
los vidrios que aún guardan
su mirada de lluvia?
Alguien pegó un botón de luz a
La falda del viento que hoy regresa
Con agosto entre sus húmedos
Muslos.
Ya es tarde
Y se aproxima septiembre
Dejando en el umbral
El hacha suspendida
A la espera del primer cabello suelto.
¿Algo de luna entre mis dedos?
¿Algo de lluvia bajo la piel?
Estará la misma danza de un día olvidado
Pegada en la retina del mendigo ausente.
El hacha está en septiembre
Será mejor…
Esperar los vientos de agosto.

viernes, 28 de enero de 2005

La Puerta del que espera

Creo vivir en el tiempo de las moscas
Donde todo se esfuma bajo líneas
De lápiz y de tiza.
Es la tarde un dibujo de lluvias
Y aún el agua no moja el concierto
De las horas en el cansado reloj
El asfalto ha perdido su talle
No hay sitio para el solsticio
De unas manos empuñando el frío
Todo se sucede bajo la falda apretada
De una niña que juega con ser puta
O al menos monja de convento
La mujer de la esquina no entiende
El lenguaje de los sexos encontrados
Y se arriesga a ser mujer del mismo
Del mismo que habita multitudes.
En juego de vitrinas rotas
El diminuto bisturí de la espera
Comercia con un dueño adormilado
Los pases mágicos del dinero falso.

¡Al fin alguien cierra la puerta!

... de Pistolas y Rosas (Capítulo 14)

Pasaron muchos días antes que las cosas regresaran a la normalidad, y digo normalidad refiriéndome a la vuelta de mi vida “social”, volví a conciliar el sueño, fue en ese entonces cuado descubrí las inmensas lagunas mentales que de tiempo atrás venían sucediéndose como blancas sábanas, afectando no solo mi lucidez, también mi ubicación espacial y temporal, las noches venían convirtiéndoseme en días y los días en noches interminables que afortunadamente ya no contaban con la raspada voz de un Diomedes Díaz, extinto, para bien de mis oídos y los de Nati; preocupada por el descuido al que había sometido al nene, quise visitarlo al Bienestar Familiar, sorpresa grande cuando pude enterarme a través de la trabajadora social de su ida al exterior con la pareja de extranjeros tan encariñados con el niño, un niño tierno y lindo con sonrisita de flor. No recordaba al par de tipos que encontré, al regresar a casa, esperándome en la puerta del apartamento, si no es por la libreta roja que el más flaco había sacado del bolsillo de su camisa a medio planchar. Aunque mi memoria era frágil inmediatamente recordé el motivo de la visita. Las preguntas tenían que ver ahora con el extraño asesinato del señor del 301, Diomedes Díaz era obvio que no se estuviera escuchando, ¡Diomedes Díaz a la mierda! ¡Diomedes, hijo de la puta, al infierno! No pude ocultar la alegría que sentí, y los perros sabuesos, notándolo, disparaban sus cañones babosos apuntándole a un blanco más allá de mi negra memoria. Recostada en la puerta me negué a la solicitud de ellos a entrar. Estaba en mi derecho y nada ni nadie podían obligarme a algo que no quería, entonces chau.
No sé cuántos meses se acumularon de agua, luz y gas sin pagar, producto de mi desmemoria, pero ante todo de la falta de dinero: otra bailarina sacando provecho de sus pechos guturales, caderas ronroneantes y ojos espumosos, estaba ganando lo que yo debía ganar, cobrando lo que yo debía cobrar.
Bueno, a todo uno le puede sacar el cuerpo, a todo menos al hambre, y ahí sí que estaba en una situación complicada, sin salida y sin opción alguna.

jueves, 27 de enero de 2005

Monta de la espera

Hoy jugué a ser yo mismo
Mientras montaba sobre la espera.
Tomé el fuego del deseo
Y construí una isla de imposibles.
Quise fingir la soledad
Y las paredes se quejaron
Con su mirada de pintor desfallecido.
Sobre una esquina del silencio
Tomé asiento
Y me dispuse esperar
A ese estibador de naderías
Que hace tiempo me habita
Y que me aturde con su equilibrio.

Ayer
Luego de cien años
Descubro que el tiempo
Es un goteo de palabras y sueños
Sobre el suelo mojado de la memoria.



... de Pistolas y Rosas (Capítulo 13)

Los nervios me asaltaban sin previo aviso y a plena luz del día, el género humano me fastidiaba, estaba perdiendo peso exageradamente, caminaba por el aire. Decidí pasar las fiestas de fin de año encerrada a pesar de la fuerte demanda de trabajo en el bar, arriesgando que me licenciaran para siempre por incumplida e irresponsable. Sólo tenía a la Nati, la Nati y su presencia voluble llenando todos los rincones de mi triste estancia. Un encierro voluntario donde el único tormento era la insistente lluvia de golpes contra la puerta del apartamento.
No sé por qué, pero fue un domingo, digo domingo porque era el día que Diomedes duraba dando sus con-mucho-gusto, sus ay hombre, a todo volumen, desde las siete de la mañana hasta diez de la noche, cuando varias voces llamaban con premura y preocupación invitando a que por favor cualquiera abriese la puerta, digo no sé por qué, pero abrí. Dos hombres: uno delgado de ojos hundidos y rostro pálido, el otro de contextura gruesa, bajito, de mirada inquisidora y desconfiada. Por sus expresiones pude deducir mi total desaliño, en nada me preocupé, quería echarlos a patadas lo más rápido posible. Mientras el gordo mofletudo importunaba con sus necias preguntas, el otro llenaba una libreta de apuntes con trazos tan desbaratados como su propia figura. No recuerdo qué respondí, mucho menos qué preguntaron. Sólo recuerdo la molestia de saber que muy pronto volverían a importunarme con sus preguntas, pero mucho más con sus figuras desproporcionadas y asimétricas. Respiré más calmada no sólo por la partida de ese par, también me vino algo de alma al cuerpo cuando percaté las velas encendidas y el montón de frascos de formol destapados bajo las sillas, frente a la cocina. Sentí los nervios disparados, la fuerte descarga de ansiedad empezó a hacer mella en mi equilibrio, me costó mantenerme de pie, un pequeño olvido y la Nati se iría para siempre de mí, eso sí que no lo podría soportar. A gatas, casi arrastrándome, llegué hasta la nevera, descubrí que necesitaba más hielo, lo cual significaba tener que ir a comprarlo, y por desgracia salir.

miércoles, 26 de enero de 2005

Toque de Vida

Llevo clavada la espina
Del tiempo en mis ojos
Duele el roce vertical
De los segundos
Cada sol al otro lado
Es un cuchillo abierto
En la estación de la sangre
Un signo de muerte
En la palabra Vida
Duele tanto estar despierto
Sintiendo las hojas pegadas
Al otro extremo de los dedos
Que hambriento desprendo
Cansado de la piel
Las manos y la risa
Cansado del mundo
Que parece una letra
Cansado del sol
Que escupe sus días lentos
Detengo el tren con una rosa
Cambio las agujas del destino
Y oculto mi foto
En el bolsillo de atrás.

... de Pistolas y Rosas (Capítulo 12)

Al cabo de dos meses pude volver a mi trabajo de bailarina, durante aquel tiempo, un poco duro económicamente, me vi obligada a recurrir a mis ahorritos que, aunque pocos, fueron como caídos del cielo. Las dosis de formol y de velas aromáticas necesitaron ser dobladas. También las tardes se volvieron pesadas, las nubes más grises que nunca, parecía que todo el departamento era una nevera viviente. No resistía un solo instante las pequeñas corrientes de aire, el frío se cuadruplicaba en las noches, hasta compré una ducha eléctrica por una suma que aún me parece exagerada. La paranoia de sentirme perseguida, sospechosa, por la desaparición de la Nati, fue menoscabando mi equilibrio psicológico a tal punto de atreverme a cancelar la línea telefónica con una llamada a la Empresa de Servicios Públicos solicitando desconexión temporal, aduciendo largas vacaciones fuera de la ciudad. Me enloquecía cuando sonaba el teléfono, imaginaba mil cosas disparatadas y posibles. Vivía en constante zozobra, hasta necesité utilizar calmantes para dormir. Pero a dónde iría yo a parar si continuaba arrastrando de insomnio las noches, o mejor, las tardes que me quedaban para descansar y reponerme del trabajo nocturno.
Oye Nati, hace días que la policía merodea el edificio, hasta he visto señores extraños interrogando en cada apartamento, no demoran en llegar hasta aquí, seguro ya han venido pero no nos han encontrado. Parece que de nuevo hubo otro muerto. Deberían de una vez por todas llevarse a la vieja bruja del 402, ella debe ser la responsable de tanta muerte y tanta sangre, pobrecito, viviendo con tremenda arpía, ella es la asesina. Nunca la he visto, aún así, no me es difícil imaginar su cara homicida, sus largas uñas encorvadas como garfios, su extravagante mueca sanguinaria, sus ojos de cuervo con largos días de ayuno… sus antecedentes penales son prueba irrefutable. ¿Por qué no acudían a ellos? ¿Acaso esperaban a que murieran más inocentes, víctimas de una anciana loca, desquiciada y hasta satánica? Ya no tenía tiempo de visitar al nene, el Bienestar Familiar quedaba muy lejos, y cuando terminaba mi turno en el bar tan solo pensaba en dormir, nada más que dormir. Parece ser cierto, pero estas malditas pastillas ya no sirven para nada, no me hacen efecto alguno, si sigo así voy a terminar en el manicomio, en algún San Camilo.

martes, 25 de enero de 2005

INCENDIO

Quemé tu recuerdo.
Las cenizas andan sueltas.

Sabbat de Papel


Luzbel se ha vestido de fiesta
Para esta noche que huele a lluvia
Entre el miedo y el espejo
Da sentencia con su mueca de cobalto
Me azota con el vidrio de su risa
Y clava mil tildes en la punta de mis dedos
El Negro Caballero no sabe de orquesta
Ni de sueños a mitad de la vendimia
Él solo sabe de juegos malditos
De creyones rosados en la sangre
Y de encías rojas contra caries y saliva
Voy mostrándole el alma que huele a hierba
Para espantar su fábula de santero
Engañándole con dos-puntos en el pecho
Fingiendo un crujir de papel en el bolsillo
Vendiéndole mis huesos un sábado
Cambiándole mis sombras por ropa vieja
Para después rasgarme en sus uñas
Y deslizarme por sus venas como sangre
Fuego de infierno
Antes de que salga la luna.

... de Pistolas y Rosas (Capítulo 11)

Nati, te cuento que aún duele, sí, ésta hinchazón no pasa ni colocándole toneladas de hielo. Imagínate, así ni modo alguno de bailar, mejor dicho: estoy requetejodida. Ahora cómo diablos hago para ganarme lo que me gano por bailar, estoy en la perola. Hoy alcancé a visitar a tu nene, no pude verle porque estaba dormidito después de tanto juego, tú sabes, a esa edad ellos no quieren sino jugar, jugar, y seguir jugando. La trabajadora social me dijo que ya estaba en proceso de adopción, una pareja extranjera lo había visitado y me dijo que estaban muy encariñados con el niño. A mí también me duele pero qué más le podemos hacer, tú como yo sabemos que es por su bien, por su futuro, en él vas a ver realizados tus sueños. No me preguntes por El Churco, ya sabes, fácil olvido, de ti ya ni se acuerda, aunque de ves en cuando me mira a los ojos y puedo sentir sus preguntas pero me digo que son suposiciones nada más, y ya. Fácil para él fue encontrarte reemplazo, una rubia de esas que tanto les gusta a los hombres, para mí que es peliteñida, tiene sus grandes pechos, también envidia de la Julieth, y un trasero de otro mundo. Dicen que viene de Cali, bueno, al fin y al cabo alguien te iría a remplazar. Aja, hoy me lo encontré cuando venía subiendo la escalera. No te niego que lo vi guapo, aunque aparenta timidez su mirada es misteriosa, penetrante y sensual, con ese porte juvenil que tanto le hace bien a su carita de niño. Qué detalle para conmigo, sino hubiera sido por él no sé cómo hubiera podido subir hasta aquí, si todos me miran como bicho raro. Hoy me esperó a la entrada, allá abajo, sabe mis horarios, me preguntó cómo había seguido del pie, yo le conté mis progresos. Sacó de sus bolsillos un frasquito color azul, me dijo que su tía acostumbraba a sobarse con este ungüento cuando sufría tronchaduras y que era un remedio casi bendito. ¿Que si me gusta? ¡Estás loca! Con esa tía que tiene, sí, Marla, no la conozco pero se me hace toda una bruja experta en sacrilegios, torturas y demás y no exagero, mira lo que te conté, ella tiene su cuento y de hace años atrás, por eso la encerraron, por asesinato, pero está libre porque así es la justicia en éste país de cafres. Para mí ella tiene untadas las manos con la desaparecida del 401 y me arriesgo en afirmarte que también con la muerte del pensionado de ECOPETROL, el del 201, la semana pasada apareció con dos puñaladas: una en el cuello, la otra cerca al corazón. Tengo mucho miedo, afortunadamente te tengo a ti. Aquí te traje más hielo para refrescarte. Hasta he llegado a pensar lo mismo. Menos mal no soy la única en sospecharlo. Sabes cuánto me dolería descubrir esto cierto, no dejaría de sentirme culpable, si tan solo hubiera revisado el cerrojo… pero cómo… si así estoy bien, contigo, no, no soy egoísta pero así me siento mucho más a gusto y no me da temor expresártelo. Mira cómo la pasamos de rico, siempre teniéndote a la mano y lo mejor teniéndome tú a mí para cualquier cosa. Otra vez ese maldito del 302, con sus vallenatos del diablo amargándonos la vida, ese Diomedes debió haber nacido mudo en lugar de drogadicto.

lunes, 24 de enero de 2005

Bagdad Meridiano Cero

Una voz en la arena
dibuja símbolos de agua
que las estrellas persiguen
Miradas que triangulan la noche
persiguiendo rasguños de luz
en los tejados
Un niño duerme con sus ojos
abiertos y la primavera
en el pecho
Es el marzo de las rosas en la piel
y el otoño en los bolsillos
No es el tiempo de los ojos
en las manos
Pero alguien llenó de agua
las pupilas y de algodón
las sonrisas
Atentas a la curva de la herida
las líneas de la historia
dilatan un punto final
más allá de los cuerpos
esconden los signos trágicos
en la comisura del espejo
mientras la mañana blanca
se desangra por dentro
y es abril
y aún llueve.

Fondo Profundo


No se siente el calor de las manos
Solo se oye la suave caricia de sus dedos
Como brisas de agosto
Sobre altos campanarios.
Dedos acostumbrados al vaivén de las formas
Uñas diestras en el arte de arrancar sombras
Pases mágicos que conjuran
La vendimia de los cuerpos
Y de nuevo una voz que se estrangula
Mientras los pájaros vuelan
Y sus alas se desnudan.


... de Pistolas y Rosas (Capítulo 10)

Todavía recuerdo el día que supe del indeseable pasado —además oscuro— de Marla. Llegaba de compras (éstas siempre escasas), un martes, inolvidable por el tráfico, la congestión y las manos de esos hijos de puta persiguiendo mi trasero en pleno centro de la ciudad. Su sobrino, con una camisa a cuadros y esos ojos profundos imprimiéndole un aire donjuanesco, se acercó a ayudarme a bajar del taxi. Un poco apenada por la otra tarde, forcé un guiño de gracias, pero un movimiento torpe de mis pies fue a dejarme de bruces contra el cruel cemento del andén. Dislocación de tobillo. Rápido corrió en mi auxilio, llevándome casi alzada hasta la puerta del edificio, el dolor se hacía insoportable hasta el tope de las lágrimas. Abrió la puerta, y mientras descansaba sobre las primeras gradas, él se apresuró a recoger el contenido de mis paquetes desparramado por toda la calzada. Aún con el dolor apretándome los dientes no dejé de echarle un vistazo al buzón. Un sobre tirado en el suelo le lanzaba trocitos de carne a mi gatuna curiosidad. Lo escondí bajo la blusa, suponía pertenecer al 402. Cuando, gracias a los brazos prodigiosos de mi vecino, pude llegar al departamento, empujada por la curiosidad que era más fuerte que el mismo dolor, no esperé despedirme agradecida y escudándome en la pena y el dolor cerré ávida la puerta luego de dejar adentro mis paquetes. Rengueando a uno y otro rincón fui encendiendo las velas aromáticas, que junto a los frascos destapados de formol ayudaban a espantar los malos olores como espías delatores de la Nati. Sentía que mi buen samaritano continuaba al otro lado de la puerta por si algo trágico nuevamente me acontecía. Luego de tanta espera infructuosa se marchó, dando tres golpecitos, recordándome que él estaría pendiente, lo cual me incomodaba.

Cárcel El Buen Pastor.
Celda 801 Capacidad: 2
Número de camarotes: 1
Baños: 1
Juego de sábanas limpias: 2

domingo, 23 de enero de 2005

Siluetas Láncidas

Las fotos del periódico merodean mi taza de café
Hay algo en los ojos retratados
Como un diamante haciendo cáncer de pupila
Veo manos como palomas desnutridas
Luego de perseguir cometas por cien años
También hay pechos desnudos engañando a la muerte
con sus trazos de azogue como mapas de Carnaugh
Persigo las letras que dan brincos de pistola
Buscando los nombres adecuados del olvido
Hallando bajo grandes titulares
Fugadas líneas de sangre que le dibujan autopistas
al herido corazón de la mañana
Cosido a tiros a su piel alcanzo a recoger un geranio
Pienso que llueve y hace frío
aunque no haya misa por los muertos.

MARZO 2003 D. de C.

Scherezada espanta las sombras
encendiendo el fósforo de su voz
contra la nochE
Al paso de las moscas
tan solo una línea gris
tejiendo el vientO

Rememorando en despedida

Fuente: Fotos de Facebook Carlos Mantilla y Odilio Blanco fueron compañeros de colegio y, para nuestro dolor e infortunio, víctimas mortales...