Los dueños del silencio
Se asoman a la noche
Con su mueca oscura de
Algodón y vino.
La fina hoja de la herida
Coagula el mapa de los desposeídos
Un arrullo de sal
Hace estación justo en
La curva rosada de los
Cabellos infantiles.
Un dolor atraviesa
El cielo de los adjetivos
La poesía espera
En su rincón de talco
Y los vivos duermen
Mientras la espina se hunde
Y los vivos rezan
Entre algodón y vino.
lunes, 25 de septiembre de 2006
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