Te inventé hace dos mil años cuando
el juego de las manos no existía
cuando eran pálidos los colores del deseo.
Hoy soñamos bajo el tiempo que detiene
la brisa marinera del ayer
Insistiendo en encontrar
el código secreto de las tempestades
el último beso de los cuerpos en desande
la última lágrima de un domingo soleado
Viviendo el parpadeo del calendario
Deshojando las tardes como margaritas
Encontrando el pétalo indicado
mientras el viento se entretiene
con su música amarilla.
Solos los dos
esperando el amanecer
fabricando la rosa con tu rojo
con mi vino
con tu espera
con mi afán
Silenciando el roce para que
los vecinos no despierten.
sábado, 14 de abril de 2007
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