miércoles, 16 de febrero de 2011

Danzando entre lluvia

foto mía del duoro en Oporto
El cielo golpea mi ventana
se desgrana por el vidrio
dejando un mapa de agua
sin costas, con fronteras empañadas

Ismael Serrano estrangula su guitarra
más allá del Vértigo que pide postales
que atraviesa naufragios e inventa reyes sin corona
entre una revolución de flores y colores

Abajo, vestidos de oscuro, se agilizan
los afanes, chapotea la prisa y
los murciélagos redondos emprenden su vuelo de metal
formando una procesión de desaparecidos

Cada cinco tazas de café me apresuro
a contar gaviotas
a descifrar el gesto de las piedras que se acumulan en mi alma
Esta ciudad cada media hora llora
cada dos segundos gime
cada minuto y medio se deja penetrar por el sexo líquido
que hace mil años serpentea entre sus piernas
Y yo descubriéndole humedades
poniéndole tildes a sus voces sin acento

Oporto huele a sal
a tibio enamoramiento
a caricias bajo la mesa
Pero cuando escarbo en sus encías
recuerdo el beso negro de una Francia que aún me espera.


Oporto - Portugal

jueves, 10 de febrero de 2011

Soliloquios

En el sortilegio de tanta ebria compañía: un juego de copas vacías, vasos rotos y húmedas colillas; se descuelga lentamente, ondula con parsimonia la viciosa serpiente del tabaco. A pulmón vacío un veneno nos alienta. Tantas armas juntas, tantos juegos eternos, tantas cartas imposibles, tantas cuentas sin pagar, tantas sonrisas atascadas al otro lado de la barra. 
El gélido aliento de una puerta, las despedidas amarrando tres monedas; empujar desde adentro y conseguir a cambio una cita sobre el mostrador.
Por qué intentar sobre la herida? Si los dientes aún descuelgan y las agujas retroceden; si el futuro se persigue entre los bolsillos, entre la vieja cartera que huele a hierba y asfalto.
Esta será mi noche, una Charles Quint estrangulándome la sed, el reflejo de la música contra el espejo, un reloj en reversa haciendo estaciones de humo. 
Tanta negra dama habitándome que apago mis estrellas para encenderme solo, para herir de oscuridad cualquier sonrisa que brille. 
Más que un juego de sangre es un pacto de Edades que cada mil años renuevan compromisos húmedos. Para qué tanta carne cuando solo existe sexo? Para qué tanta luz si con la noche basta. Para qué me invitan a romper tanto vidrio si se renuevan los rostros con solo llorarlos. Ahora decido cultivar gatos y tal vez sembrar maullidos entre las comisuras de las sábanas mal lavadas.
Escupir la carne que llevo entre dientes para alimentar los pescaditos del mal aliento. Y al final pensar en tí, en tus caballos verdes, en tus vestidos transparentes y en tu olor a oscura sudada.
Pensar en tí para evitarte, pensar en tí para no soñarte, solamente para tenerte etérea y esfumada.
Porque éres verde, eres droga, éres adios y re-encuentro, un siempre, un jamás, un ayer que huele a lluvia, un mañana que sabe a flores, una historia escrita desde el retrete.


Reims - Francia
Café VOX
Febrero 9 de 2011
8:45pm

martes, 8 de febrero de 2011

Eras

Qué escribir a éstas horas de la madrugada si me ahuyentan los perros, si me escurre sangre congelada, si me parece que el aire tiene filo, si las sombras son portales de infierno, si el frío chupa huesos y lame caries. Todo intento es vano, toda respuesta vana, todo impulso un suplicio y una forma de acomodar la soga al cuello. Pero la sangre bulle, pero el pasado abunda, los ruegos a los dioses alborotan el bosque y nuevamente las piedras escupen llamas, nuevamente la leña atrae los rostros de los viejos. Nuevamente soy yo entre la selva conquistando leopardos con dedos abiertos, estrangulando leones a brazo limpio, amordazando anacondas entre las piernas y apagando el incendio de la tarde con mi sexo en las hojas, con mi sexo entre el agua, con mi sexo a la altura de los dioses. Derrumbo tu imperio, derrumbo tus ruinas, derrumbo tu historia y hago fiesta con tus cenizas. Adelanto el encuentro de tus dioses con los míos y convertimos mi lucha en tu derrota, mi afrenta en tu mejilla, mi silencio con tu olvido.


Reims - Francia

sábado, 5 de febrero de 2011

Cabejuego

Muestro mis mejores cartas. Un turno que no me pertenece mientras dos tragos de ginebra cercenan la garganta. El reloj se resiste al paso del tiempo. Intento en vano secar el sudor que me baña. El arma sobre la mesa. Todos se apartan mientras observo el botón de muerte en mi  frente y sin decir nada también me marcho.












Reims - Francia

Rememorando en despedida

Fuente: Fotos de Facebook Carlos Mantilla y Odilio Blanco fueron compañeros de colegio y, para nuestro dolor e infortunio, víctimas mortales...