A partir de éste momento
me declaro en franca guerra
contra las sábanas blancas que
en su abrazo de hilo
retienen el húmedo perfume
de las ganas de la entrega
de los imperdonables encuentros.
Renuncio a la antigua manía
de ofrecerle mi destino
a los dioses obsoletos
de la impotencia, el temor
y la cristiandad.
Decido remover el cemento
bajo mis suelas,
desandar con zapatos rotos
el rumbo polvoriento de mi suerte
Apretarle el cinturón al hambre
Y enfrentar éste mar de asfalto
Con salvavidas de papel.
Golpear a dios en plena cara
Exigirle cuentas como después
de la derrota
Cuestionar el blanco estéril
de su vestidura
porque el negro-eterno funeral aún
nos convoca.
A partir de éste momento
me declaro culpable
y alimento el ego
con la estupidez del mundo
mientras amarro mis zapatos
perfumo el mal olor
y camino erguido a santa misa de siete.
domingo, 11 de febrero de 2007
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