Los espíritus vuelven a juntarse
en la comisura de la herida.
Vieja herida que descuelga arena, carne
y un poco de algo incoloro.
Rumoran los infames un final feliz
poblado de cuervos como en los cuentos
de Allan Poe.
¿Regreso a ellos o ellos regresan a mí?
No lo sé.
Tal vez añorando sus tridentes
he invocado sus salmos que hoy me torturan.
Beso sus alas negras. Me refugio en su veneno
para recordar que muy adentro
me espera el vacío de los nuevamente caídos.
domingo, 11 de diciembre de 2005
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