jueves, 10 de febrero de 2011

Soliloquios

En el sortilegio de tanta ebria compañía: un juego de copas vacías, vasos rotos y húmedas colillas; se descuelga lentamente, ondula con parsimonia la viciosa serpiente del tabaco. A pulmón vacío un veneno nos alienta. Tantas armas juntas, tantos juegos eternos, tantas cartas imposibles, tantas cuentas sin pagar, tantas sonrisas atascadas al otro lado de la barra. 
El gélido aliento de una puerta, las despedidas amarrando tres monedas; empujar desde adentro y conseguir a cambio una cita sobre el mostrador.
Por qué intentar sobre la herida? Si los dientes aún descuelgan y las agujas retroceden; si el futuro se persigue entre los bolsillos, entre la vieja cartera que huele a hierba y asfalto.
Esta será mi noche, una Charles Quint estrangulándome la sed, el reflejo de la música contra el espejo, un reloj en reversa haciendo estaciones de humo. 
Tanta negra dama habitándome que apago mis estrellas para encenderme solo, para herir de oscuridad cualquier sonrisa que brille. 
Más que un juego de sangre es un pacto de Edades que cada mil años renuevan compromisos húmedos. Para qué tanta carne cuando solo existe sexo? Para qué tanta luz si con la noche basta. Para qué me invitan a romper tanto vidrio si se renuevan los rostros con solo llorarlos. Ahora decido cultivar gatos y tal vez sembrar maullidos entre las comisuras de las sábanas mal lavadas.
Escupir la carne que llevo entre dientes para alimentar los pescaditos del mal aliento. Y al final pensar en tí, en tus caballos verdes, en tus vestidos transparentes y en tu olor a oscura sudada.
Pensar en tí para evitarte, pensar en tí para no soñarte, solamente para tenerte etérea y esfumada.
Porque éres verde, eres droga, éres adios y re-encuentro, un siempre, un jamás, un ayer que huele a lluvia, un mañana que sabe a flores, una historia escrita desde el retrete.


Reims - Francia
Café VOX
Febrero 9 de 2011
8:45pm

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