Pero el tiempo tuvo el sabor del pasto verde
Y las voces de los niños
Se escucharon entre el chasquido
De abandonadas canicas en el parque
Lo más importante era estar atento
Al descuido pasajero del ángel de burdel
Quien bajo sus alas de cristal
Llevaba pegado en cinta negra
El nombre del último habitante de La Nada.
Y las voces de los niños
Se escucharon bajo la pestaña abandonada
De un parque visitado por ausencias.
Ahora lo mejor será ir de compras
Olvidar la caída de las hojas en otoño
Y sentir el beso frío del silencio
Que todos los años cobra sueldo
Con la llegada del último habitante de La Nada.
domingo, 13 de febrero de 2005
El Último Habitante de La Nada
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