lunes, 26 de enero de 2009

La Poesía de Karoll Lyseth Cuevas Mendoza

Por: Carlos Augusto Pereyra Martínez y Juan Francisco Remolina Caviedes

Es imaginable el ambiente oscuro, taciturno, romántico y desconsolado desde donde los versos de Karoll Lyseth se tejen y destejen, buscando, contradictoriamente, la luz que lleve a mejor destino la erótica en ciernes de su poesía y el lenitivo para el amargo desamor que aún persiste en sus honduras. Es necesario descifrar su código de besos, su laberinto de abrazos, para encontrar en su lírica la carnadura de un alma que aspira a ser cuerpo y la evanescencia de un cuerpo que promete misticismo. Participar de su poesía es asistir a una lucha de labios, de cuerpos bajo sábanas; es asistir al eterno ritual de los despellejados por amor, cuya mezcla de lágrimas y sangre nos recuerda que somos unos eternos mortales.

La poesía de Karoll es de encuentros y desencuentros, pero pesan más lo últimos. Sus versos son costas de naufragios. El amor es una mueca, un gesto que arruga el alma, porque son más las ausencias, un asir la nada, humo donde se quiere atrapar el deseo, la caricia, la respuesta a la piel inflada en la ansiedad del goce, la fruición del beso, y sólo responde el aire hueco, sin fragancias. Los recuerdos vienen vacíos, cuencas sin ojos, caricias donde la lenidad del roce, se transforma en un lija que lastima los poros, y sabe a dolor.

Rompen las ráfagas frente a mi pecho

como distrayendo sus tirones

para atraparte finalmente

entre sus frías y blancas manos.

El viento se desliza por entre mis cabellos,

se cae con fuerza tras golpearse contra mis alas,

se estrella contra mis pechos erguidos

para dibujar caminos

que desembocarán sobre mis pies desnudos.

El llanto de las almas

pretenderá inundar tus oídos

hasta apoderarse de tu cerebro.

Pero no te angusties,

yo estaré allí para tí,

cual diosa guerrera te defenderé

y con mis pechos te alimentaré

Y aunque la blanca dama

cumpla un día, contigo su faena,

nadie sabrá hasta que la partida sea

si entre los dos, eres tú, su primer tarea.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

wowwwwwwwww que emociónnnnnn

gracias... un besob

Juan F. Remolina C. dijo...

Karoll, mundos mágicos encierran las palabras.

brenda abril silva dijo...

una lágrima de emoción ha erosionado mi maquillaje... ahhhhhhhhhhh
que dicha...

brenda abril silva dijo...

hace un añito... jejejjeje
mundos mágicos encerraron mucho más que palabras

Rememorando en despedida

Fuente: Fotos de Facebook Carlos Mantilla y Odilio Blanco fueron compañeros de colegio y, para nuestro dolor e infortunio, víctimas mortales...