
El viaje literario de Pereyra posee la atracción cortazariana de avasallar al desprevenido lector entre sus huecos de agua que no son más que un juego fantástico donde el tiempo es transmutado en espacio y el espacio en tiempo; el presente en un incierto futuro, inasible como tallos de espinas; el pasado en un cruce de caminos donde fácilmente se confunde aquel que apenas viene con aquel que apenas va.
La Angustia de las Almas en Pena es una cruel invitación a sostener con firmeza la fría mirada del espejo, pero también nos convoca a mirar hacia el sur de ese dolor llamado rostro y observar el odio plateado del asesino que se suspende y que arremete mientras la mueca se hace trizas.
Pereyra, luego de ofrecernos un cubrelecho de agujas cuando la noche se hace fría inquietante y oscura, recurre al brevaje de la ironía: trivializa lo sublime, idealiza lo ordinario. Y así nos seduce con su Malena que antes fue canto, ahora cuento; con su macho marinero que antes fue bravo, ahora manso y febril.
Si La Sombra de la Máscara reparaba los afanes del Sol, La Angustia de las Almas en Pena acrecentará con borrachera los aullidos de la noche.
1 comentario:
Gracias por el prólogo y la memoración del libro. Un abrazo, parce.
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